Craso error.
Lo que realmente buscaba -ahora me he dado cuenta- era simplemente poder seguir con ella. Prolongar en el tiempo la ilusión de construirla. Poder continuar hablando de ella sin que mi familia me eche de casa o los amigos comiencen a esquivarme cuando me vean por la calle.
En mi descargo solo puedo decir que es
mi primera novela.Bueno, la primera y la única. Tengo ya cumplidos los cincuenta, y empleé más de tres años en conseguir dar a mis ideas una estructura mínimamente legible. (No para mi corrector, el bueno de Alber Vázquez, que sufrió lo suyo con mis gerundios y mi puntuación)
Ya sé que puede parecer extraño que un tipo de cuarenta y muchos tacos se ponga a escribir por primera vez en su vida y acabe con una novela de magia de cuatrocientas páginas entre las manos, pero así es la vida: rara.
Más raro es el que alguien esté dispuesto a jugarse su dinero y publicarla, y si nada lo impide estará en las librerías el próximo mes de Octubre. De manera que no veo la razón por la que alguien sin ninguna relación con la literatura (más allá de la que el ser un lector compulsivo pueda darle) no pueda ponerse a escribir.